Margarita lo hace a regañadientes, con quejas y, repito, muy mala onda, pero lo hace. La cosa se complica porque tiene a su cargo el catering de la fiesta de casamiento a la que asiste Paco. (Una primera observación: en un diálogo entre Ethel y Margarita sobre la soledad y los hombres, Margarita dice: "las mujeres de mi edad estamos solas porque a los señores de mi edad les gustan las pendejas como vos", cosa que se irá afirmando en el transcurso de la película, con el caso del amigo que se casa –por cuarta vez- con una mujer mucho más joven, y la pareja que inician Félix –Awada- y Ethel, entre otros). Mientras tanto Paco recibe cientos de llamadas de su ex mujer Pilar quien, entre otras cosas, le armó las valijas y le etiquetó la ropa (esto es literal). Cede a la melancolía y recorre el barrio de su juventud, su casa y el bar que solía frecuentar. Es entonces cuando, a través de varios flashbacks, nos enteramos que vivió un apasionado y breve romance con Margarita apenas 20 días antes de viajar a España, que ella quería ser socióloga y recorrer el mundo gracias a su profesión, que nada de eso ocurrió y de ahí, tal vez, su enojo.
Margarita (Ana María Picchio) es muy, pero muy mala onda. Es un hecho innegable que su vida no le gusta nada de nada. Asociada con Ethel (Miriam Lanzoni), una amiga de su hija Valeria (Malena Solda), llevan adelante una empresa de catering. Margarita, además, hace unas chalinas en telar y no sonríe nunca. Paco (Manuel Callau) hace 30 años que vive en España donde ha hecho carrera (es un "empresario exitoso") y se está separando de su mujer Pilar, con la que tiene un hijo de más o menos 20 años. Está de visita en Buenos Aires para asistir, en carácter de padrino, al casamiento de un amigo junto a su hermano Félix (Alejandro Awada). El hijo de este último, estudiante de cine, será quien se ocupe del registro en la fiesta. Hasta aquí, los protagonistas y la trama. Valeria, de 36 años, está recién separada, tiene una hija pequeña, espera un bebé, y trabaja. Es una profesional que ha revitalizado su carrera, entre otras cosas, porque su ex "no le pasa un mango" y, como sucede en estos casos, acude a su madre para que le de una mano.
Lo único que le faltan son los malos. Acá son todos buenísimos, aunque nunca sepamos por qué.
El reencuentro, que será fraguado con la complicidad de Félix, el hermano de Paco, y de Ethel, los llevará a enfrentarse al empeño de Margarita en continuar huyendo de esa relación, a los reproches, la nostalgia y la inesperada confesión de un secreto guardado durante todos esos años.